Recuerdo paso a paso aquel camino cubierto de niebla, de lluvia, de silencio. A tu lado cae el sol. En la distancia, a través de la ventana, mientras te veo reír en el recuerdo, se asoma tu alma espectadora. Una farola rota a lo lejos me recuerda que ya no estás. Ahora la casa tiene un terrible olor a humedad. Ya no llueve. Mientras la eternidad se cuela por las horas yo sigo gastando papel para recordarte. Tenías por costumbre levantar la mano derecha para pedirle una tregua al destino y te consolaba pensar que en tus sueños tu vida era mejor. Entre ese amasijo de emociones te fuiste lejos y quienes te quisimos nos quedamos inmersos en un silencio parecido al que deja una explosión en una cuidad ya destruida. Hoy dice el periódico que no te gustaba adornar tu vida con quejas y lamentos. Les sorprendería saber que el azar lleva tiempo jugando con ellos. A ti ya te abraza la perfección.
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