Se desahogaba con extraños porque los que la conocían no le prestaban atención. Poco a poco aquella gente también fue deshojando sus mentiras y su violencia quedó al desnudo. Tiempo atrás había aireado sus recuerdos; también había decidido, después de pensarlo mucho, abrir el cofre donde guardaba sus promesas incumplidas. Por aquellos días de verano todo parecía muerto a su alrededor. Al otro lado del mundo estaba ella y su indolente vida. Decidida ya a alambrar horizontes, le sorprendió aquel amanecer que brillaba tanto como la crueldad que intentaba sin éxito ocultar. Eligió el último reducto del cobarde. En el instante de su muerte, en ese exacto presente de la ausencia, caían sobre su rostro amapolas que anunciaban su despedida.
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Unknown
Gracias, de vuelta de este viaje y en una tarde gris y fría leer tus sesiones de blog me han servido para la paz y tranquilidad de la rutina de nuevo.
Gracias, todos tus escritos me transmiten serenidad. Gracias
Unknown
Palabras muy tuyas. Hermosas