Una tarde de verano. La brisa del viento, una copa de vino. Me saluda un desconocido. Al otro lado de la plaza canta un niño. El librero cierra su negocio. Son las ocho. Cae el día. Alguien barre las calles. Una mirada fugaz. Un cuerpo interrogante y el eco de una vida ya gastada. Y esa soledad tan mía donde silba el amor.
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