Es él quien ahora pasea entre escombros llenos de belleza después de haber quebrado el hilo de la vida. Más tarde, se mira al espejo con disimulo. Hay espacios contiguos que recorre mientras besa la boca de quien amó, y con adormecidos gestos va creando un horizonte de sueños imposibles.
En aquel enfoque persuasivo imagino un resplandor sagrado.
Siento sus manos entre las mías.
Atrás quedó el amor.
Todo cesa de pronto y alguien me recuerda que debo perdonarlo.
Como un rumor de luces apagadas son nuestras voces. Asustadas e inquietantes. También serenas.