Abrazado a mi madero como la madre que se aferra a su hijo muerto transcurren mis días y mis noches en este océano tembloroso e interminable. Miro al cielo buscando una estrella de salvación, un horizonte amable. Un lecho de sueños donde sepultar mi último latido.
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ANTONIO GONZALEZ
Tu y solo tú y nadie más eres el secreto