Aquel suspiro no era suficiente. Me empujaba a la duda. Sobre la arena tendida, las cuerdas de mi guitarra me anudaban el pelo cuando el viento del norte jugaba a enredarlo. Yo sólo intentaba olvidarte, pero tú te empeñabas en poner tu boca en mi corazón; y se hacía de noche sobre la tarde mojada. ¿Te acuerdas que caía el día, a eso de las siete, cuando presentimos ese olor triste que era el preludio de nuestra despedida? Con una luz falsa de fondo pedimos un deseo en silencio. Sin saberlo, los dos imploramos más tiempo el tiempo en aquella noche vacía de ilusiones.
2 Comentarios
Unknown
Íntimo y auténtico, quién no se ha sentido precisamente así!.
ANTONIO GONZALEZ
Tu y solo tú