Con la autorización de Salvador Raga, su presidente, comparto con todos ustedes el relato que me encargó la Editorial y Revista Vinatea. Formará parte de su próximo libro y se tratarán diversos aspectos del mundo LGTBI.
Sé quien eres
“Mi espada es mi espejo: en tus facetas leo los rostros
de los soldados o de los enemigos, cara o cruz indistinguible
de una moneda simétrica. No voy vestida de hombre:
voy vestida para la guerra.
Debajo de la armadura, tan solo yo conozco las llagas de mi carne”.
Juana de Arco, Sofía Rhrei.
¿En qué circunstancias sueñan los vivos? ¿Alguien se atrevería a decir que está mal ser quien eres, ser dueño de tu sexualidad, ser fiel a ti mismo?
Él, ahora ella, es la tercera de cuatro hermanos. Hija de padre ranchero y de madre aparcera.
Mientras su madre recolecta tomates nace Ismael una mañana fría de diciembre, un milagro corriente. Vive y muere cada día a orillas del silencio, y sueña. A los doce años ya se oculta en sus metáforas, como ausencia extendida en el borde del camino.
Un año antes, fallece su padre en un accidente de cacería (su padre “se durmió”, como sucede en todos los cuentos) y su familia le pide que él ahora sea “el hombre de la casa”, algo que se da por sentado. Para ellos, ella no existía. Poco después comienza a sufrir bullying en el colegio. Aunque no le afectan los insultos, le agobia no saber cuándo ni desde dónde le van a llegar.
Mientras su madre llora la muerte de su padre y se viven tiempos difíciles, ella comienza a resistirse a la idea de ser alguien que no desea ser.
En los años 80 el acoso seguía siendo insoportable. Por el camino que la lleva de su casa al colegio le van tirando piedras mientras la insultan. Una noche de frío y lluvia, un coche se para y se ofrece a llevarla. Ella, que no conoce al conductor, accede con cierta desconfianza. Una hora después la había violado sobre la tierra dura y sin escarcha. La libertad perdía la apuesta que había hecho con el destino. Así es la realidad que vive.
Transcurren los años y a los dieciséis deja de estudiar y comienza a trabajar. Ya no se ve como un chico y no acepta su sexualidad. Necesita cambiarla. La caja de Pandora es su miedo, un miedo que lo hacía aún más humillante.
La rechazan en muchos trabajos y cuando la aceptan es para hacer tareas de hombre. Está hormonándose y nadie parece ser consciente de que estos tratamientos la debilitan mucho. Definitivamente aún vive el otoño de su vida.
Rechaza su cuerpo y su género. Se baña con ropa interior porque no es capaz de ver sus genitales.
A finales de los años 90, ya con la piel dorada y en sus ojos reflejados el dolor y la pena comienza su transición y se convierte en un ser errante en medio de un bosque en silencio.
En su familia aún no la ven como una mujer pero la aceptan con cierta dificultad. Necesitan tiempo. Mientras, trabaja como camarera, gruista, o como empleada en una tienda de modas.
Se enamora, sufre por amor, cruza fronteras, lenguajes y andenes. Sólo a ratos es feliz.
Con los años logra cambiar su nombre y su sexo en el DNI. Aprende que si no se respeta nadie lo hará por ella. Porque, a decir verdad, es tenaz, muy tenaz y rompe con todo. Trabaja durante seis meses como madame, y se lamenta, pero nunca llega a ejercer de prostituta ni a consumir ningún tipo de sustancias estupefacientes.
En 2010 se somete a una mamoplastia de aumento y se siente menos infeliz. Continúa trabajando, en esta ocasión, como auxiliar de enfermería, posteriormente, como auxiliar administrativo.
Cansada del acoso y de las burlas deja de relacionarse y pide ayuda psicológica. Sólo sale de su casa para ir a trabajar. En 2024 logra someterse a la cirugía de reasignación de sexo. Se siente querida y respetada en su actual trabajo. A pesar del cambio de sexo se define como una mujer trans que sigue luchando por sus derechos y admite que continúa siendo un camino duro.
Hoy en día, Nara, es una transfeminista activista que defiende los derechos de las mujeres trans que desea creer que llegaran años felices. Durante mucho tiempo ha buscado vientos piadosos que protejan esas vidas que en muchos países consideran prescindibles y que son tratadas con tanta negligencia. A través de la noche y en pleno día, con dolor e impotencia, encoge su pasado. Una fotografía color sepia le recuerda los caminos transitados.
Eran pocas. Hoy son millones. El reconocimiento y el respeto son aspiraciones que le regalarán otra clase de felicidad.
Según Amnistía Internacional personas gays, lesbianas, bisexuales y transexuales, transgénero; e intersexuales son aún perseguidas en muchos países por el mero hecho de serlo. Además, las sanciones impuestas por motivos de orientación e identidad sexual son muy variadas.
En 12& países la homosexualidad podría suponer pena de muerte, aunque no todos la aplican.
En países como Letonia, Lituania, Bulgaria, Croacia, Serbia, Hungría, Moldavia, Polonia o Rusia es frecuente la vulneración del derecho a la libertad de expresión y reunión.
Un total de 62 Estados miembros de la ONU tipifican como ilegales las relaciones consentidas entre personas del mismo sexo, y la gran mayoría las castigan con penas de prisión, aunque algunos otros también con flagelaciones públicas.
En América, Brasil, sigue siendo el país más mortífero para las personas trans.
En Asia, en países como Indonesia o Malasia las personas LGBTIQ+ sufren hostigamientos, discriminación y violencia.
En África, un aluvión de leyes discriminatorias incita al odio contra las personas de este mismo colectivo.
En Oriente Medio y Norte de África, en Bahrein, Egipto, Irán,Marruecos y Túnez se detienen y se encarcela a personasLGBTIQ+. En Yemen continúan procesando y atacando a todo el colectivo con arrestos arbitrarios, torturas -incluida la ;violación y otras formas de violencia sexual-, amenazas y hostigamiento.
Según la Agencia Europea de Derechos Fundamentales, 7 de cada 10 personas LGBTIQ+ en Europa ocultan su orientación sexual o su identidad de género durante su etapa escolar.