El viento agitaba fuertemente los meses, y también los años y aquellas vidas antiguas volvían a ser recordadas. Eran tiempos de consolación. Se habían buscado por todas partes sin saber qué buscaban. Eran los vencedores de la muerte. Poco antes del amanecer se había calmado la tristeza. Nunca llegaron a caer en la desesperación. Creo que los mantuvo en pie aquel olor a existencia antigua. Después de un largo silencio, llegó la noche perfecta. Al abrigo de la oscuridad sonaba la canción de la eternidad, y el eco de un amor pasado que un día vivieron. Nunca dudaron de sus afectos. Desde niños, reconocieron la fuerza del amor. Mezclados entre la gente, entraron en un salón que estaba lleno de ellos. Fue por ese olvido avergonzado que arrastraban como intuyeron el reencuentro. Por fortuna, supieron despertar antes de morir. Se reconocieron y recordaron que se habían amado en otra noche del corazón. Habían vencido al ángel del sueño. Hasta donde la vista alcanza, he ahí la eternidad.
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