De carne y hueso,
ni dueña ni señora.
Con una estrella entre mis dedos llegué por un camino nunca andado.
Ya sabía del dolor de mi infancia y de mi adolescencia.
Y sabía de las exigencias de los demás.
Soy aprendiz de poeta y coleccionista de lágrimas.
Observo mi antigua angustia entre largos silencios, pero aún me quedan palabras y muchas calles por recorrer.
Tan apasionante e incierto es el destino que me es imposible no vislumbrar el mediodía entre sus islas.
¿Dónde se multiplican los rumores?
¿ En qué boca se descomponen?
Sólo a algunas almas nobles les sostiene la luz, y mi confianza puesta en ellas, y en esos dones celestes.
Y yo, aviadora en el cielo, pilotando boca abajo, y en mis labios con cierto sabor a incertidumbre, descubro nuevos horizontes de esperanza.
A veces el amor me clava su mirada y descubro alguna lágrima de agua perdida y alguna distancia congelada dibujada por poetas .
Mientras camino mi nombre se apaga y se enciende y me sorprendo ansiando un mundo donde amar sea la única religión.
