Todo menos tú, todo lo perdí, salvo una parte de ti. Tu presencia quedó diluida en el espacio y se me mostraba como un milagro. Tu mundo no tiene la vileza del nuestro. Tan poderoso como la confianza o el recuerdo es el temor; el miedo a que tu transparencia me abandone. En el cielo, entre las estrellas, ahí permaneces. En la transparencia infinita. Eran las seis de la tarde de un día duradero. Todo se perpetuaba y tú también. Te oía cantar y reír, sólida y viva, llena de ternura. De secreto. Ha vuelto a amanecer. Cada esquina de mi casa canta. Tu cuerpo transparente me sonríe y me consuela. Tu carne hoy polvo y diáspora en el Universo no es otra cosa que mi voz, mi nueva vida.
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