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No tenemos más que amor

Era muy de mañana cuando encontré la nota que Sara había dejado sobre su escritorio: “Ya no me importa si la muerte me elige, he agotado el Azul de Rubens para pintar el futuro. Hace días que me acuerdo de ti. Recuerdo la satisfacción que me producía tener que alcanzar cada mañana aquellos rayos trenzados del cielo para que su luz no te deslumbrara. Has de recordar siempre que somos polvo de estrellas. Cada átomo de nuestro cuerpo se lo debemos a una estrella que decidió morir por nosotros. No olvides curar tu ceguera. Cuando vemos a los demás dejamos de ser uno. Si observas con detenimiento, verás que cada partícula que hay en el Universo, dichosa o desgraciada se hunde en la Totalidad. Los secretos del Universo no se cuentan, hay que aprenderlos. El Universo siempre rima”.

Este fue el gran legado que me dejó Sara antes de irse. Ahora sé que no tenemos más que amor. No hay un antes, ni un principio, ni un fin.

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